GASTOS FAMILIARES. UNA ESTRATEGIA PARA DISMINUIRLOS.

Lo que tenemos claro es que todo está conectado en nuestra vida diaria. Todo lo que hacemos tiene consecuencias financieras. Revisemos nuevamente la formula básica de las finanzas familiares:

INGRESOS = GASTOS DE CONSUMO + AHORROS/INVERSIONES

Esta fórmula nos dice que los ingresos que recibe una persona o familia por cualquier concepto se destinan a comprar los bienes y servicios que se necesitan para sostener la vida diaria y para ahorrar lo suficiente para depositar en un fondo de pensión y cubrir otras inversiones (hipoteca, automóvil, educación superior o técnica…).  No hay más explicaciones. Esta es la ley económica. No podemos gastar y ahorrar más de lo que recibimos.

Aun cuando nos endeudamos, expandiendo nuestros ingresos “artificialmente” (hipoteca, auto, préstamo estudiantil, tarjeta de crédito…) nuestros ingresos tienen que ser suficientes para pagar las mensualidades de esas deudas y los otros gastos familiares que debemos cubrir todos los meses. Si no nos alcanza entramos en bancarrota con graves consecuencia (informe de crédito negativo) para nuestro futuro económico individual y familiar. Aparte de perder lo que compramos quedamos moral y psicológicamente muy maltrechos.

REGLAS DE ORO

  • Ahorre primero y consuma después.
  • Ahorre un 15 o 20% de cualquier ingreso que usted recibe a ojos cerrados y en forma automática.
  • Los más astutos usan una forma más severa: 25% de ahorro y 75% de gastos de consumo lo que significa una preferencia por la frugalidad como estilo de vida.
  • Aumente sus ingresos para que pueda ahorrar más.
  • Recuerden: dólar que se va no vuelve.

CONOZCA BIEN SUS GASTOS

Gastos necesarios: aquellos que obedecen a necesidades básicas de un individuo o familia y que por lo tanto no se puede prescindir de ellos. Ejemplos claros son los gastos de alimentos, electricidad, agua y alcantarillado, teléfono, gas, cable para internet y televisión, ropa para atender nuestro trabajo u oficina y para los niños en el colegio, gastos escolares, gasolina y mantenimiento de un auto, reparaciones importantes de la casa habitación, etc.

Gastos prescindibles: aquellos que podemos decir son un antojo: compras que no obedecen a una necesidad sino más bien a un deseo de tener o consumir algo que puede ser prescindible. Estos son normalmente productos y servicios que adquirimos impulsivamente y dominados por la propaganda y técnicas de mercadeo (liquidaciones a medio precio, descuentos adicionales si se solicita abrir una tarjeta de crédito, etc. muchas veces compramos cosas que ya tenemos: ropas, herramientas, artículos para la cocina, zapatos etc.

Hay un tipo de gasto que se sitúa entre lo que podemos considerar consumo y gasto de capital.

  • El gasto que hacemos para vivir en una casa habitación lo podemos clasificar como necesario pues tenemos que tener un techo sobre las cabezas de nuestra familia.
  • Para muchos el pago de una hipoteca que hacemos todos los meses es además una inversión pues va acumulando capital a medida que vamos pagando el préstamo. Además, la casa se va valorizando a través del tiempo (30 años). Al final de 30 años, una vez pagada la hipoteca nos quedamos con un bien cuyo valor es substancial.
  • Ahora bien, no debemos olvidar que si se compra una casa tenemos que considerar los gastos asociados a esa propiedad: mantenimiento, reparaciones, seguros, intereses, impuestos, remplazo de equipos de cocina, calefacción, aire acondicionado y otras maquinarias propias de una casa. Estos gastos podrían caer en la categoría de necesarios y de capital (pues aumentan el valor de la casa) o de consumo si solo remplazan aquellos equipos o estructuras que se han gastado.
  • Si no tenemos una hipoteca tenemos que pagar un arriendo lo que se puede considerar un gasto de consumo pues al final de mes no acumulamos valor alguno en nuestro nombre. Es plata “perdida” como el gasto de electricidad.
  • El préstamo de un auto, camioneta, u otro vehículo de transporte es también un gasto necesario que debemos incurrir todos los meses para ir al trabajo y atender las necesidades propias de una familia.
  • Para otros es solo un gasto necesario de consumo: al final del periodo de pago queda un valor residual muy disminuido. Las alternativas en ese momento son seguir usando el vehículo hasta que su valor prácticamente desaparezca (se dona a una ONG) o usar el valor residual para comprar otro vehículo.
  • Tenemos que tener en claro que un vehículo tiene un efecto multiplicador del gasto: gasolina, neumáticos, mantenimiento, reparaciones, seguros, licencia todos los cuales podríamos considerar como gastos de consumo. La alternativa es usar transporte público lo cual sería un gasto de consumo necesario normal de un individuo o familia.

            Por otra parte, los gastos anteriores sean estos necesarios o prescindibles; de consumo o capital pueden ser de diferentes calidades y precios.

            Para economizar gastos es importante hacerlo en cantidades y precios. Comprar menos cosas y pagar menos por lo que uno compra. Muchas veces la calidad de lo más barato es semejante a la calidad de lo más caro. La diferencia muchas veces es creada por el marketing del producto y no porque haya una diferencia notoria entre los productos.

            Aun si la hubiera no es necesario consumir siempre lo más caro y de supuesta calidad superior. Por ejemplo, podemos comprar una casa o departamento en un barrio de lujo o en un barrio adecuado a nuestros ingresos, un Toyota Corolla o un Lexus; ropa corriente o de marca, ir a un restaurant de lujo o a uno corriente, etc.

            Muchas veces una persona hace el ridículo consumiendo productos y servicios de alta calidad y precio, especialmente cuando se nota que estos no corresponden a su nivel real de ingreso.  Son más bien gastos extravagantes que se hacen para impresionar a los que los rodean, pero a un alto costo económico y social.

            La forma como gastamos nuestros ingresos en estos tipos de bienes y servicios define si podremos algún día ser económicamente independientes o simplemente vivir por un largo periodo de nuestra vida pagando deudas, viviendo en forma ilusoria e insegura y terminar retirándonos en forma precaria.

EL FACTOR PSICOLÓGICO EN LAS COMPRAS.

            Para algunos individuos es muy difícil controlar los gastos. Hay varias razones que explican esta actitud. Una muy importante es la forma como uno fue educado por sus padres. Nosotros sabemos que los niños están permanentemente observándonos y tienden a imitar lo que nosotros hacemos. Si gastamos sin mayor control, si nos ven comprando en forma impulsiva, si lo cargamos todo a la tarjeta de crédito sin pensar en las consecuencias de esa deuda, entonces los niños van a entender que es permisible para ellos hacer lo mismo.

            Gran parte de la cultura del gasto es de carácter psicológico. Muchas de nuestras compras obedecen a impulsos, a trucos de nuestra imaginación que muestra imágenes fantásticas de lo que haríamos con el artíulo que compramos sea este lo que sea, lo cual nos empuja a comprarlo sin pensar más, de inmediato.

            Este factor psicológico es el que explotan las empresas de mercadeo, las cuales usan estas técnicas en una forma que es casi irresistible para una persona común. La propaganda permanente, profunda y extensa hecha en la TV, radio, revistas, diarios, internet, blogs, correos, cine, carreteras, calles, vehículos están en todo momento durante el día con nosotros.

            La presentación de las mercancías en las tiendas se hace en relación con los impulsos humanos. Las tiendas despliegan las mercancías en lugares estratégicos y en una forma que el cliente casual se sienta tentado a comprar sea por el precio, la rebaja adicional, la apertura de una tarjeta de crédito con rebajas sobre las ya anunciadas, la calidad, los colores o la presentación.

            Está claro que mientras más se gasta más se va acostumbrando uno al placer de llevar a la casa cosas nuevas.  Cosas que fueron compradas pensando en adornar mejor la casa, utilizar en la cocina, en los baños, en el garaje, en el mantenimiento de la casa, el jardín, el auto.  Ropas, zapatos, joyas con las cuales nos imaginamos nos veremos muy bien y con las cuales podríamos impresionar a los que nos rodean. Cosas que si pensamos bien no eran en su mayoría necesarias, sino más bien antojos.

            Basta ir a las ventas de garajes y de mudanzas para darse cuenta de la cantidad de cosas que acumulamos sin necesidad. Muchas de ellas se mantienen incluso nuevas, en su empaque original. Es cosa de abrir nuestros closets, examinar nuestros garajes, abrir los muebles de cocina para darnos cuentas de lo que hemos acumulado casi sin sentido.

             Pero muchas veces las cosas que acumulamos se deterioran y al final debemos botarlas: es el caso de alimentos, productos químicos de limpieza, para el jardín etc. Qué gran pérdida pues a lo mejor las compramos con tarjetas de crédito pagando altos intereses que de seguro, al menos, duplicaron su precio y quizás seguimos pagando por ellas.

            Para muchos el ir de compras y comprar cosas es una forma de recreación: el paseo por centros comerciales y los supermercados nos motivan a comprar. El entrar a una tienda de ropas y comenzar a mirar, tocar, imaginar, las ofertas a precios aparentemente muy atractivos.

            Para otros es una forma de combatir las frustraciones, la tristeza, la depresión. El comprar algo que nos gusta nos da placer, nos permite olvidarnos de nuestras penurias por un rato. La gente rica lo hace a menudo sin consecuencia. Pero la gente de ingresos medios y bajos sufre con esta situación. Y se arrepienten después cuando les llegan las cuentas lo que profundiza sus problemas.

FACTORES FINANCIEROS DEL GASTO

            Los factores financieros se refieren a la magnitud del gasto y la forma de pago. Si tuviéramos que pagar con dinero efectivo veríamos de inmediato el sacrificio económico que estamos haciendo al comprar algo. Nos damos cuenta de inmediato que nuestro dinero se va para no volver. Que nos queda menos dinero en el bolsillo.

             Lo mismo ocurre cuando compramos por medio del internet: el pagar con una tarjeta de crédito (TC) en el internet no tiene un impacto semejante a cuando pagamos al contado.

            Cuando pagamos a plazo o usando una tarjeta de crédito no sentimos en nuestra mente ese impacto. La información sobre calidad, cantidad, precios, rebajas, liquidaciones, muchas veces no las entendemos y pueden ser equívocas. Nos damos cuenta de la cantidad de dinero que vamos a gastar con las compras de ese día cuando nos sorprenden por algunos segundos con el total a pagar al momento de enfrentar a la cajera de la tienda. Lo más tímidos solo atinan a pasar la TC y pagar sin discusión o reacción. Podrían arrepentirse en ese momento y no comprar algunas cosas, pero les da vergüenza.

             El arrepentimiento viene después cuando vemos la cuenta detallada que nos manda la tarjeta de crédito a fines de mes. Algunos devuelven las cosas algunos días después, pero las tiendas están poniendo cada vez más dificultades por los abusos que se han cometido.  Un problema adicional es que mucha gente no revisa esa cuenta en sus detalles. Solo miran el saldo mínimo que tienen que pagar perdiendo la oportunidad de ver cómo están gastando sus ingresos.

            Aún más sabemos que la tarjeta nos permite pagar solo una pequeña cantidad cada mes, aproximadamente 1% del saldo que adeudamos, lo cual nos basta para “justificar” el gasto pues no nos afecta mucho la disponibilidad mensual de nuestros ingresos. Excepto cuando tenemos varias tarjetas y las estamos saturando todas. También porque los saldos de las TC se van agrandando lentamente casi sin que nos demos cuentas.

            Este es un engaño que nos hacemos a nosotros mismos motivado por ese deseo descontrolado de comprar algo sin fijarnos en las consecuencias financieras. Lo que no pensamos es que el saldo adeudado lo pagaremos a un alto interés. Dependiendo de nuestro informe de crédito ese interés puede llegar casi a un 30% lo que significa final que pagaremos más del doble del precio original.

El argumento de los hombres de negocios es que las empresas comerciales buscan poner a disposición de los consumidores en forma inmediata la más amplia variedad de productos y servicios a los más bajos precios posible con créditos que se pagan con muy bajas mensualidades por un largo periodo de tiempo. La idea es que todos ganan: los consumidores con bajos precios y con la posibilidad de poder disponer de inmediato de los productos que desean, las empresas con mayores utilidades y el gobierno con mayores ingresos por los impuestos a las ventas.

Lo anterior es cierto hasta un cierto punto y solo cuando el consumidor compra productos o servicios que realmente necesita y no son solo un antojo creado en la mente o imaginación del comprador por la extraordinaria maquinaria de ventas de las empresas comerciales.  En el fondo ni los llamados precios bajos ni las facilidades de pago son siempre beneficiosas para el consumidor.

El consumidor es una persona que a toda hora es bombardeada por la propaganda comercial en todos los medios, sea esta la TV en la casa, la radio en los autos, los diarios y revistas, los folletos comerciales distribuidos gratuitamente por el correo. Es difícil para una persona o una familia combatir todas las tentaciones que llagan a su poder.

Las técnicas de ventas son hoy día muy avanzadas, y se basan en estudios económicos, psicológicos, culturales, étnicos, raciales, por edades, localidades etc. Es muy difícil para un individuo vencer esas influencias.

Las instituciones financieras y los bancos que otorgan tarjetas de crédito pueden examinar los detalles de las compras que las personas han hecho en un día o mes. Los supermercados examinan en detalle, por producto, lo que se vendió en un día. Lo pueden hacer por hora, minutos, segundos.

Para ellos es muy importante pues tienen que reabastecerse, calcular utilidades por producto, examinar que se vende o no se vende, cambios en los gustos de la gente etc. Como los supermercados están en vecindarios con características bien definidas ellos pueden seleccionar productos para esa clientela y también precios, liquidaciones, propaganda comercial y otros mecanismos de venta.

Lo mismo hace las grandes tiendas de departamentos que venden toda clase de productos y las empresas gigantescas que los abastecen. Estas últimas también inundan directamente a la sociedad con propaganda comercial.

En el siglo 21 es ahora posible poder analizar gigantescas cantidades de información a través de súper computadores y softwares cada vez más sofisticados. Todos los días ellos estudian la información sobre compras que recogen de los consumidores, la cual está en detalle en las facturas, boletas de ventas, tarjetas de crédito, cuentas bancarias, etc. Para ellos son fuentes de datos (como si fueran verdaderas minas de oro) de las cuales se pueden extraer valiosas informaciones para mejorar sus decisiones acerca de producción, distribución, financiamiento y venta de sus productos.

Las empresas comerciales van mejorando sus técnicas de ventas y la propaganda comercial ayudados por una tecnología que avanza espectacularmente cada año. No solo han mejorado la “experiencia de comprar” en malls donde ofrecen todo tipo de servicios, presentaciones, entretenciones, productos en tiendas con iluminación y diseños de ventas hermosos y siempre cambiantes sino también a través del internet en sistemas de compra “online” cada vez más fácil de acceder por todo el mundo.

Es fácil concluir que para el consumidor es casi imposible poder vencer las tentaciones de gastar que nos proponen las empresas comerciales y financieras. Pero un consumidor más educado y consciente de su situación financiera puede controlar esta situación.

            Lo triste es que estamos trabajando para pagar esos intereses y las multas que nos cobran por cualquier pequeño descuido para enriquecer a los bancos y financieras al mismo tiempo que perdemos la oportunidad de crear nuestros fondos de retiro. Quizás terminamos trabajando toda nuestra vida laboral para pagar intereses y comisiones a los bancos sin estar consciente de ello.

            Es muy difícil dar una receta segura para controlar los gastos. Eso depende de usted y de su cultura del gasto. Para ello usted debe sincerarse consigo mismo y hacer un análisis realista del porque y en que usted gasta sus ingresos por los cuales trabaja tan intensamente.

            Naturalmente su cultura del gasto depende de cómo fue educado por sus padres, los hábitos que ha adquirido, lo influenciable que usted es por la propaganda comercial, lo astuto que usted es para defenderse de las compras impulsivas e innecesarias, su edad, condición financiera, el monto de deudas que tiene etc.

            Para lo más conscientes recomiendo que hagan un examen profundo que considere lo anterior. Escríbanlo para que lo internalicen mejor. Para que se haga carne en ustedes. Siempre es bueno hacer un análisis de este tipo. Al menos dos veces al año.

¿QUE PODEMOS HACER?

            Debemos aprender a vivir con menos. Aquí la palabra clave es frugalidad.

            Ojo: frugalidad no significa vivir miserablemente. Se trata de consumir en forma inteligente: comprando lo necesario en calidad y cantidad, evitando el derroche y la acumulación inútil y costosa

            Debemos aprender a vivir en un nivel de consumo un poco por debajo de lo que nos correspondería de acuerdo con nuestros ingresos. Esta es uno de los secretos más valiosos de los que son ahora millonarios.

            Lo que consumimos o usamos refleja nuestro nivel de madurez, estilo de vida personal, sentido común, buen criterio. Es nuestra proyección al mundo que nos rodea: casa, auto, ropas, comida, adornos, accesorios.

            Recordemos que no somos más porque consumimos más y más caro. Una persona frugal y consciente da una mejor impresión que una que gasta sin control.

            Lo anterior significa que lo que consumimos o usamos debería estar en relación con nuestros ingresos y a lo que debemos ahorrar e invertir a fin de lograr nuestra independencia económica.

            No olvidemos que casi todo lo que consumimos, sean estos productos o servicios, tienen alternativas en cuanto a calidad y cantidad. Podemos comprar algo genérico (ropa, alimentos, remedios) o de marca. La diferencia en cuanto a calidad normalmente no es muy grande y satisface plenamente una necesidad de una persona normal. En el supermercado podemos comprar conservas de la marca del supermercado o de una corporación famosa. El mismo criterio con la ropa (Walmart o Polo) y la mayoría de los productos y servicios que necesitamos en nuestra vida diaria.

            A veces compramos cosas de lujo (fino y caro) para impresionar a otros: vecinos, parientes, compañeros de oficina, por vanidad personal. Pero muchas veces la gente que nos rodean se admira de nuestra falta de criterio cuando ven como botamos nuestra plata en cosas que no corresponden a nuestro nivel de ingresos.

RECUERDEN: DÓLAR QUE SE VA NO VUELVE

            Sobre todo debemos cultivar un sentido práctico, realista, que ponga nuestros pies en el ahora y aquí cuando tenemos que decidir sobre lo que tenemos que comprar: si la compra de ese artículo o servicio es absolutamente necesaria, si es posible postergarla hasta cuando estemos más cerca de su uso o consumo, si es algo que deseamos tener pero no pasa nada si no lo tenemos pues lo más seguro es que después de uno o dos usos o consumos nos olvidaremos de ese producto y pasará a formar parte de lo que acumulamos en los closets,  si es posible obtenerlo genérico o de segunda mano, si podemos remplazarla con algo que ya tenemos en casa, etc.

            No dejen de visitar los sitios web dedicados a ayudar al consumidor y aquellos relativos a la virtud de la frugalidad.  En ellos encontrarán muchas ideas acerca de cómo ser consumidores más informados, conservadores y económicos no solo en como seleccionar compras sino también en cómo financiarlas.

            Finalmente, no se olviden que los precios de liquidación son engañosos. El precio original probablemente se puso muy alto para venderle a los que no les importa gastar y endeudarse. Es común que con esas ventas la tienda recupere el costo de todo lo que compró para vender. Luego comienzan a bajar los precios de a poco haciendo una liquidación cada vez a precios aparentemente más bajos pues es muy difícil para una persona determinar o recordar cuales eran los precios originales. La tienda puede poner cualquier precio como original y luego decir que lo rebaja en 50%. Es una treta para hacerlo comprar creyendo que es una ganga.

            Por otra parte, hay que tener cuidado con lo que estamos viendo: a veces comparamos precios entre productos que son diferentes. El que estamos viendo ahora a precio de liquidación puede ser de menos valor del que tenemos en mente o recordamos en otra tienda, pero no podemos estar seguros. Esto es común con electrónicos en los cuales existen innumerables modelos los cuales es muy difícil comparar.

             Es posible que el que esté de liquidación sea de menor calidad en relación con otro modelo, pero ambos son tan parecidos que usted no puede diferenciarlos o no se da cuenta de sus diferencias. Al final puede terminar comprando un producto de menor calidad a un precio de liquidación que en el fondo no es de liquidación. Buena suerte.

BASE PARA UNA ESTRATEGIA DE GASTO

            Planifique bien antes de ir de compra. Siempre es útil sentarse en la mesa del comedor a hacer una lista de compra con el esposo y los hijos tratando de ser bien realistas y prácticos en lo que se desea comprar, analizando alternativas de precios, calidades, cantidades, oportunidades, modelos, tipo de tiendas y supermercados, liquidaciones, cupones etc. Hay que hacer esta sesión de planificación de compras una cosa rutinaria para la familia. Evitar ir de compras sin haber planificado y analizado previamente que se va a comprar.  Es una buena forma de hacer consciente la forma como gastamos el dinero.

            Lo anterior es entretenido hacerlo los fines de semana cuando se reciben todas las ofertas en los diarios locales.  Entre todos se pueden hacer comparaciones y decisiones basadas en el uso práctico de los productos y no en lo que ellos aparentan.

            Vaya una vez a la semana con un plan de compra. Evite ir a pasear o simplemente deambular por las tiendas y supermercados. Están llenos de tentaciones psicológicamente diseñadas por profesionales para hacerlos comprar.

            Aproveche de enseñar a los hijos. Ellos aprenden observando. Hábleles acerca del porqué está comprando algo, cuáles son las ventajas o desventajas de esa compra sobre otras alternativas. Esto le ayudara a usted también para visualizar y verbalizar el porqué de un gasto.

            Evite ilusiones, fantasías mentales, imágenes que creamos de nosotros mismos usando o consumiendo artículos. Estos son los trucos que nos juega nuestro inconsciente y que es motivado por la propaganda comercial. Aprendamos a defendernos y a defender nuestros dólares.

            Evite las compras compulsivas, aquellas que hacemos sin pensar. Para defenderse ponga la mente en blanco y muévase a otro lugar cuando lo asalte el deseo de comprar algo. Solo compre lo que tiene en su lista, la que ha preparado con anticipación a ir a la tienda, sobre todo si la hizo con su esposo o sus hijos.

            Visualice sus finanzas todo el tiempo: cuando hemos acumulado en nuestro fondo de retiro, cuán lejos estamos de alcanzar nuestra meta de ahorros, cuanto estamos debiendo en nuestra TC, hipoteca, autos. Esto nos ayudara a ser más frugales y a evaluar la importancia que tiene el uso alternativo del dinero.

            Haga una lista de compra con productos genéricos alternativos y más baratos. Recordar que no somos más por lo que usamos y consumimos sino por nuestra capacidad para vivir bien razonablemente, creciendo interiormente y en harmonía con lo que nos rodea.

            Postergue la decisión de comprar. Hagamos un esfuerzo mental y espere hasta mañana para comprar algo. Eliminemos el carácter urgente de las compras. Nada es urgente. Todo puede esperar, si queremos. El esperar nos da tiempo para pensar mejor y hacer más investigación acerca de lo que queremos comprar. A lo mejor después de todo no lo necesitamos.

            Muchas veces nuestro inconsciente nos hace tomar algún producto en una tienda de departamentos o supermercado y nos lleva a la caja para pagar. Normalmente estos productos están a la vista y a la mano. En variados tipos y colores. Con rebajas sensacionales.  En este caso podemos siempre decidir en el camino a la caja él no comprarlo. Lo podemos sacar del carrito y dejar en alguna mesa, anaquel o colgarlo en alguna parte. Es bueno estar evaluando todo el tiempo si lo que queremos comprar realmente vale la pena.

            Esto nos lleva a lo que los economistas llaman costo de oportunidad. Cuál es el uso alternativo del dinero que vamos a gastar, sea este un artículo o servicio superfluo o necesario. Este es un buen ejercicio mental. Por ejemplo: si no compramos esa herramienta que pensamos es muy necesaria para algún trabajo casero o ese artículo para la cocina, que se ven muy baratos en la tienda, el dinero que “ahorramos” lo podemos usar para pagar una suma más grande del mínimo en nuestra tarjeta de crédito.

            Una alternativa a no comprar es cambiar el artículo por algo menos costoso y en menor cantidad. Esto es muy posible hacerlo en un supermercado donde existen múltiples posibilidades.

            La cantidad de lo que compramos es importante pues muchas veces nos encontramos con tener que botar restos de productos pues no lo usamos o los acumulamos eternamente en los muebles de cocina.

            Hay productos que se pueden comprar de segunda mano y satisfacer nuestro gusto mucho mejor que los nuevos. Estoy pensando en muebles, alfombras, cuadros, adornos, porcelanas, joyas, y antigüedades en general. Además de ser entretenido ir a estos lugares se pueden obtener artículos únicos en su género. Por otra parte, estos se pueden mezclar con nuevos y antiguos haciendo una combinación que responda al sentido estético de la familia y a precios convenientes.

            Lo anterior se puede aplicar a las ventas de mudanzas y de garajes que ocurren los fines de semana.

            La sensación de haber hecho algo útil al comprar inteligentemente nos refuerza la idea de ser frugales especialmente cuando lo que ahorramos por no gastar lo usamos para pagar deudas o reducir la hipoteca.

            Acostúmbrense a ver los estados financieros de sus tarjetas de crédito, del pago de la hipoteca y del auto y lo mismo de su estado de cuenta de ahorro o fondo de pensión cada mes.  Verifiquen cuanto ahorraron ese mes y cuanto creció la cuenta por efecto de las inversiones. Eso les permitirá visualizar el costo de oportunidad que tienen sus ingresos: lo que no gastan lo usan para pagar deudas o lo depositan en su cuenta de ahorro o pensión.

             Al final del mes ven el saldo de la cuenta un poco más grande.  Esta es una sensación de seguridad económica, solidez y éxito en lo que está haciendo con su vida económica.

            Lo más triste, me decía la madre de una señora amiga nuestra, es llegar a vieja, pobre y enferma.  Esta señora y su marido tuvieron un buen ingreso durante toda su vida, pero la mayoría lo malgastaron. Lamentablemente al marido le gustaba aparentar lo que no tenía.  “es una buena señal para demostrar que mis negocios van bien” decía él. Mi marido era un hombre muy inteligente y social, nos decía esta señora, lleno de amigos, pero también de deudas.

            Al morirse me dejó sola con los pocos ahorros que pude salvar de mi trabajo. Ahora vivo de una pequeña suma del servicio social y de la ayuda que me dan mis hijos.